miércoles, 21 de octubre de 2009

3. Sing a song (Sophie's Choice)


El concierto se estaba anunciando desde hacía mucho tiempo. Televisión, radio, internet... Todas las noticias giraban en torno a lo que iba a pasar esa noche: La presentación de la próxima estrella pop del país. No había surgido de ningún reality, ni buscó su fama vía escándalos. Ella simplemente había sido “descubierta” por Boss Rodríguez, el representante más trascendente del medio. Y que Boss deposite tanta confianza en alguien, decía, solo podía significar que era un éxito asegurado.
La estrategia de prensa fue clara. Ninguna foto, ningún nombre. Solamente la palabra de Boss que, aseguraba, todo iba a cambiar después de escuchar la voz de la chica que había encontrado, de casualidad, cantando en un pequeño bar.
El teatro estaba lleno, y la reventa de entradas había llegado a precios escandalosos. En la puerta, los comerciantes vendían remeras sin caras, sin nombres, con la fecha de la función sobre la inscripción “yo vi como cambió la música”. Pretensioso, pero creativo.

Sofía estaba sentada en su camarín, mirando en el espejo el reflejo de sus ojos oscuros. ¿Ella quería esto?, ¿Estaba segura de lo que iba a hacer? Todo había pasado demasiado rápido, desde que Boss la “descubrió” hasta “el día que cambiará la música”. Tenía 21 años. Hacía solo tres que tocaba la guitarra y apenas uno (o menos, no recordaba) que había empezado a presentarse en bares, pubs y cafés. La música para ella era el nuevo descubrimiento. Sentía que recién estaba entrando a un imperio del cual no querría salir jamás, pero antes, quería aprender a manejar perfectamente la llave de la puerta, para que nadie piense que era una improvisada, o peor, que era quién era solo por tener una linda cara y un buen cuerpo. En otras palabras, quería hacerse de abajo y crecer, pero mientras, quería disfrutar el aprendizaje y el camino que tenía por delante.
- ¿Vos crees que va a salir?- preguntó Nidia entre el bullicio del público
- Claro que si, dijo que se iba a presentar acá- Respondió Angel, como remarcando algo obvio.
- No estaría tan segura.
- Nunca nos cagó.
- No nos estaría cagando, no sé si ella quería esto.
- Ella siempre quiso esto, es su sueño, y no lo va a tirar por la borda- Dijo, pero en realidad, no estaba tan seguro.

Todo comenzó cuando Sofía se presentaba en vivo por quinta o sexta vez. El concierto era en un pequeño centro cultural, donde se estaba desarrollando un festival de folk independiente. En él, más de veinte músicos presentaron sus canciones y vendieron sus homemade discos a quienes quisieran comprarlos. Sería cruel decir que había más artista que público, pero no sería del todo incorrecto.
Sofía fue la sexta en tocar. Eran casi las seis de la tarde, y tenía media hora de escenario. Suficiente, pensó.
Su metro cincuenta y cinco de estatura parecía una enormidad cuando estaba en escena. Subía despacio, descalza, como le había enseñado su instructor de yoga, se paraba frente al micrófono, se corría el pelo de la cara (más por cábala que por molestia) y tomaba su guitarra del suelo. Lo demás, era magia. Su voz suave llenaba el aire. Era como si el público estuviera envuelto en una esas bolsas protectoras llenas de globitos. En sus ojos se notaba el encantamiento al que ella los llevaba. En sus ojos se veía cuantos de ellos podían enamorarse instantáneamente de ella. Pero en un par de todos esos ojos, solo se dibujó el signo del dólar.
Boss había sido invitado por el organizador del evento que, casualmente, era su hermano. Eran muy similares, pero muy distintos a la vez. A Boss solo le interesaba el dinero, mientras que su hermano era un inquieto artista en permanente búsqueda de nuevos talentos.
Al finalizar el espectáculo, Boss fue a hablar con él sobre Sofía.
- La quiero- Dijo, sin mediar saludo.
- Yo también la quiero, señorita- le dijo a Boss, y lo abrazó entre risas.
- Sos puto, pero sos mi hermano, degenerado
- Y si no lo fuera tampoco te vería.
- Me das asco.
- ¿Para eso viniste?, ¿Para echarme en cara por centésima vez lo macho que sos vos y lo gay que soy yo?- preguntó- te aviso que ya me di cuenta que soy homosex....
- Si, si, rainbow power, no más closet, ya... entendí el mensaje desde el principio.
- No se nota.
- Te dije que lo entendí, no que estaba encantado con eso. Y no, no vine a hablar de tu culo roto. La chica, la morochita.
- ¿Sofía?
- Que se yo, ¿Es morochita?
- Si...
- La quiero para mi firma.
- ¿Desde cuando tu firma saca artistas folk?
Boss casi se atraganta de la carcajada.
- No va a hacer esa música aburrida conmigo, obviamente. Quiero que explote otra faceta artística.
- Querés que sea otra de tus putas, bah.
- Si querés decirlo así...
- Mirá, yo no tengo nada que ver con ella, y creo que ni manager tiene, así que andá y hablale, está en el bar, seguramente. Ahora, escuchame una cosa- Lo agarró de la camisa- ella es una artista. No la hundas como a las demás, ¿si?
- No es mi culpa que a las mujeres les agarre celulitis, querido.
Dicho esto, se alejó con una sonora risotada.
Sofía estaba sentada en una mesa. Tomaba agua de una botellita mientras miraba por una pequeña pantalla las otras actuaciones. Boss se acercó a ella y, con una mano torpe, arrastró una silla al lado de su mesa.
- ¿Cigarrillo?- ofreció Boss
- No, gracias, no fumo.
- Muy bien, cuidando la garganta- Dijo a la vez que escupía una gran bocanada de humo- Vos sos Sofía, ¿No?
- Si- respondió, tímida- ¿Y usted es?
Boss se tragó el orgullo y, en lugar de tratarla de ignorante por no conocerlo, se presentó.
- Soy Boss Rodríguez- le dio una tarjeta- ¿Te suena mi nombre?
Por segunda vez, Boss se sintió ninguneado.
- Soy representante de artistas- dijo, juntando paciencia de donde no la tenía- y me gustó lo que hiciste hoy.
- Muchas gracias.
- Las gracias te las tengo que dar a vos, porque ahora tengo una artista nueva que va a revolucionar el mercado.
- ¿La tiene?- preguntó Sofía, algo apabullada por el diálogo.
- Claro tonta- le acarició una mejilla- vos.
- Pero no firmé nada con usted.
- Porque no me conocés todavía- Boss le dio una tarjeta que había sacado de un lujoso tarjetero de plata- vení mañana a mi oficina y hablamos.
Sofía se quedó mirando la inmensa espalda del gorila que se estaba yendo. Luego giró la tarjeta en sus dedos y se la guardó en el bolsillo.

La oficina de Boss era un piso en un edificio de extremo lujo en Puerto Madero. Sofía entró acurrucada, intimidada por el entorno y por los ojos que no se despegaban de sus sandalias de cuero compradas en Plaza Francia ni de su dreadlock, que le llegaba casi a la cintura.
Subió tres pisos y golpeó una puerta de vidrio. La atendió Alma, la secretaria de Boss.
- Sentate- la invitó Alma.
- Gracias- Respondió Sofía- ¿Sabe cuando me va a poder atender el señor Rodríguez?
- Boss, para vosssss- dijo el representante, saliendo apresuradamente de la oficina. Vestía-o Sofía creía- la misma ropa que el día anterior. Una areola de sudor impregnaba las axilas de la camisa y una ración considerable de ketchup pintaba de carmesí los labios y parte de los bigotes de uno de los hombres más poderosos del país- Pasa a mi oficina y hablamos, Silvia.
- Sofía- corrigió.
- Si, perdón, Sofía.

La oficina de Boss era un cuarto enorme, lleno de discos de oro, de platino y otros premios de sus artistas. También había gigantografías con fotos de cantantes que manejaba y fotos de él junto a, por ejemplo, Britney Spears, Madonna o Justin Timberlake.
Boss hizo sentar a Sofía frente a un enorme escritorio de nogal, y Boss se sentó al otro lado.
- Mirá Sofía, vos tenés potencial, tenés voz y tenés un cuerpo hermoso. Me parece que estás tomando tu carrera por el lado equivocado. La canción es lo tuyo, pero no este tipo de canción. ¿Te gusta el pop?- Sofía iba a hablar, pero no le dejó respoder- Claro que si, a todas las chicas les gusta. Mirá. Lo que yo te ofrezco en este contrato es fama y fortuna, más de cien fechas por año y al menos tres discos y cinco tapas en la revista que más quieras. Es una oferta que no podrías rechazar.
- Señor Rodríguez...
- Boss.
- Ejem- Se aclaró la voz- Boss... El género que hago me gusta, y me encantaría seguir haciéndolo. Puedo firmar un contrato con usted, eso no me genera problemas, pero no me veo cantando y bailando a la vez.
- ¡Pero serías una estrella!
- ¿Puedo pensarlo un par de días?
- Mirá, el viernes que viene es tu lanzamiento, así que muchos días no tenés.
- ¡Pero falta menos de una semana!- Gritó histerica Sofía- ¿Qué voy a cantar?
- Esto.
Boss le tendió un bloc de hojas donde había unas trece letras de canciones. Sofía las ojeó, y notó que en dos de cada tres letras había una referencia sexual.
- ¿Quién escribió estas canciones?- preguntó Sofía.
- Mi colaborador, Jess Montana.
- ¿Se llama así?
- No, se llama Miguel Aletto, pero con ese nombre de mierda no iba a llegar a ningún lado. Y hablando de nombres, a partir de hoy vos te vas a llamar Sophie Love.
- No me convence.
- No me interesa. Eso vende.
- Sigue sin convencerme.
Boss se levantó de su silla y caminó hasta Sofía. Apoyó sus manotas en los hombros delicados de ella y le dijo.
- Imaginate un teatro lleno, cinco mil o seis mil personas gritando tu nombre. Imagina que sepan las canciones que cantas. Imagina poder vivir de esto. Vas a ser rica, poderosa, las discográficas van a matarse por vos.
- Poder vivir de la música es tentador.
- No te voy a insistir. Si te interesa, volvé mañana para los ensayos del show.

- Ya está tardando mucho, no va a venir, vamos.
- No, me voy a quedar. Sé que va a venir, va a hacer el show. Lo sé.

La habitación era grande, y rodeada de espejos. Ahí estaba Sofía, practicando una coreografía sensual junto a otras cuatro bailarinas. “Sé mi chico” era la canción.
Sofía no lo hacía nada mal para ser su primera vez. Era provocativa, sensual, y podía cantar bien pese a los saltos del baile. Boss estaba sentado, mirándola y pensando en qué iba a comprarse con las regalías que le iba a dejar Sophie Love.

Durante el día siguiente, Sofía se dedicó a ensayar las canciones, sin baile. “Soltera”, “Sé mi chico”, “Calor” y “Heat” (Versión en inglés de “Calor”) eran algunos de los títulos. A decir verdad, cada vez estaba menos segura de querer hacer esto. Pero pensar en vivir de la música y ganar el dinero para, en el futuro, poder hacer lo que quisiera, la animaba.
Estuvo encerrada en el estudio de Boss prácticamente hasta el día de la actuación. Pero Boss “fue bueno” y dejó que se vaya a su casa y, de paso, a invitar a alguno de sus amigos al show. Ella estaba segura de a quienes invitar.

- Me parece una locura- Le dijo Angel.
- No sé, tiene su encanto- Replicó Nidia.
- Piensen que es una gran oportunidad de hacerme ver. Puedo hacer uno o dos trabajos así, y después cambiar.
- ¿Y cómo la vas a pasar mientras hagas eso?- preguntó Angel
Sofía no respondió.
- Angel tiene algo de razón- dijo Nidia- Si te vas a arrepentir, no tiene gracia. Me gustaría que seas famosa, pero no a la fuerza.
- Además- agregó Angel- ¿Qué vas a hacer con la fecha del bar que tenés esta noche?
- ¡Es verdad!, Me había olvidado completamente. Voy a tener que cancelar.

Faltaban diez minutos para salir a escena. Boss estaba sentado en la primera fila, con varios empresarios de la música. Sofía estaba preparando la voz en el camarín. Luego, se pintaría las uñas de los pies y de las manos y, por último, bebería una botellita de agua de un solo trago. Esa era su cábala menos preferida. Luego de vestirse, salió al escenario.

- ¿Viste? Yo te dije que iba a salir- dijo Angel

Boss fue corriendo al camarín de Sofía. Hacía quince minutos que debería haber salido a escena. Cuando entró, encontró la habitación vacía.

La gente en el bar aplaudía a Sofía. Y Sofía prefería a esas cincuenta personas aplaudiéndola a ella, que las seis mil esperando a Sophie Love.

1 comentario:

  1. Buenisimo los dos chicos! me encantan tus fotitos y como escribis J

    Besos!
    los quiero
    belu::..

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