martes, 17 de noviembre de 2009

7. Que sea punk


Anarkorrido fue una banda punk rock formada en Gerli en 1975, casi al mismo tiempo que los Sex Pistols, pero con la diferencia que a estos no hubo ningún productorsucho que les dijo como tenían que actuar. Era punk hecho con sangre. La formación inicial de la banda contaba con Ricardo “bondiola” Latterra en voz y guitarra, Leonardo “fisura” Azcuénaga en bajo y Manuel “tienda” León en batería. La banda duró ocho años, pero en ese tiempo jamás pudieron grabar un disco en serio y, lo más llamativo: nunca pudieron tocar en vivo.

Pese a eso, el boca en boca funcionó de tal manera para ellos que en todos sus conciertos (que se suspendían indefectiblemente minutos antes de salir a escena) los fanáticos pudieran comprar remeras y libros con las letras de las canciones. Nadie sabía como sonaban, pero la poesía de la banda movilizaba a la juventud que en esos momentos vivía bajo el terror de la AAA y que pronto se sumiría en una peor pesadilla. “Nafta super en la bandera” debía ser la más identificada con el grupo. Su estribillo decía:

Nafta super en la bandera
que flamee y que flambee.
Nafta super en la escarapela,
no la toques porque pela.


En la espera de la banda, que nunca salía a escena por diferentes motivos, la gente coreaba esta canción, pero nadie lo hacía de la misma forma. “Nafta super” era, para algunos, una canción acelerada. Para otros, una balada. Incluso hay un testimonio de un hombre que asegura haberla oído cantar con el ritmo de “Garota de Ipanema”.

Desde 1976 hasta 1983 el trío no pudo presentarse en ningún lugar debido a lo controversial de sus letras. Por eso, para apaciguar a los fanáticos, decidieron entrar a un estudio y grabar diez discos para que se presten. Por un error de edición, los discos terminaron siendo de Paloma San Basilio y Anarkorrido denunció al estudio, quienes a su vez denunciaron a la banda por subversivos y terminaron detenidos por casi 20 días.

Cuando llegó 1983, Anarkorrido decidió separarse, cosa que consternó a los fans quienes nunca pudieron escucharlos. Pero los integrantes de la banda ya raspaban la treintena, dos de ellos (Leonardo y Manuel) tenían hijos y Ricardo volvió a estudiar derecho, para recibirse de abogado en el 86.

23 años después, en abril de 2009, un tal Alberto Bermúdez (antropólogo de 50 años) armó un grupo en la red social Facebook, en el que pedía una reunión de Anarkorrido para que, de una vez por todas, se pudiera ver a la banda. En tan solo dos semanas el grupo logró reunir 98 miembros. Prácticamente el doble de gente que los iba a ver y que “leía” sus canciones.

Esta información llegó a “fisura”, actualmente dueño de una agencia de remises bastante próspera en Banfield, a través de Kevin, su hijo de 20 años. Los llamados a los otros dos miembros de Anarkorrido no se hicieron esperar. Latterra se cagó de risa, y Manuel casi se pone a llorar de la emoción. En los tres se había hecho carne el pedido de casi cien personas que jamás había escuchado ni una estrofa de ellos y, sin embargo, pedían que vuelvan aunque sea para tocar una vez.
Una semana después de la “reunión” telefónica, la banda volvió a juntarse, pero en forma de civiles, en el bar de Tomás, en Gerli, donde solían parar cuando todavía no peinaban canas. Ahí supieron que Latterra era un abogado de un prestigio respetable y que había representado a una que otra vedettonga en algún escandalo televisivo, y que León se había puesto un bar-karaoke en San Telmo. Caña va, caña viene, los tres cincuentones quedaron en juntarse a tocar el siguiente sábado, en el garage de León, donde siempre practicaban para sus no-conciertos.

Fueron dos semanas de aceitar las tuercas. “Bondiola” no tocaba desde que había dejado la banda y los demás solo despuntaban el vicio muy cada tanto. Pero era punk, y el punk no se toca, se siente. El último día de ensayo entonaron “Nafta super en la bandera” y cuando terminó sabían que tenían que tocar. El lugar elegido fue obvio: El karaoke de Manuel.

El hijo de León publicó en Facebook que en tres días la banda iba a dar un show gratuito en el mencionado bar, y que iban a tocar absolutamente todas las canciones que habían editado en papel. La cantidad no descollaba, pero convertía la tocada en un show de 15 temas. Nada mal.

Tres días después, el bar se encontraba repleto. Era chico, pero ahí no había menos de 130 personas. Un gran número de gente eran ejecutivos, médicos, contadores, abogados y demás que superaban los cincuenta años. Los demás eran chicos de menos de veinte, con crestas y cadenas. Muchos de esos chicos eran los hijos de los otros viejos que, en algún momento, fueron punks.

El trío estaba detrás del escenario, espiando a la gente. Estaban nerviosos como si fuera la primera vez. De hecho, esta podría ser la primera vez. Y no querían desperdiciar la oportunidad.

Salieron a escena, cada uno se ubicó en su lugar y tomaron sus instrumentos. En eso Latterra se acerca a la batería y le susurra a Manuel “Che...¿vos sabés lo que estamos haciendo”
- Historia Ricardito- contestó León- Historia... ¡UN, DÓ, TRÉ, VA!.

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